Cuando planificábamos el proyecto de esta Academia Misionera AMAD-HN, nos veíamos en ese punto de equilibrio entre el sueño que Dios nos había dado, el reto planteado por nuestro Director Nacional de Misiones y las implicaciones económicas.
De pronto parecerá una tarea no compleja, si se piensa que es apenas “otra acción educativa“. Pero bajo la expectativa que incluía:
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- Tener maestros de experiencia en el campo misionero, provenientes de diferentes países,
- Cubrir una temática que llene lo que un aspirante a misionero necesita, que no es un título sino la preparación para salir al campo,
- Con un horario accesible para gente ocupada que vive en diferentes partes del país.
Iniciar esto es complejo, tanto para maestros como para alumnos: encontrar candidatos dispersos, que deben atender clases presenciales y maestros que debe viajar para cubrir esas clases. De pronto se vino la pandemia, que en general para muchas actividades de las iglesias locales ha sido difícil. Pero en nuestro caso caso fue la mejor oportunidad.
La Academia AMAD-HN tiene la bendición de contar con maestros de países como Argentina, Colombia, Honduras, Venezuela, El Salvador y Estados Unidos. Todos ellos son o han sido misioneros, apasionados con la extensión del reino, con una formación y experiencia que resume páginas de lectura en un conocimiento práctico. Incluso ha sido emocionante tener de invitados en algunas clases a misioneros de países como Túnez, Macedonia, Turquía, República Dominicana y Honduras. Pero sobre todo esa conexión que se genera entre los aspirantes a salir, con los misioneros activos; en este sentido, la Academia se convierte en un puente de un valor incalculable.
Esto en condiciones normales hubiera sido muy difícil, si consideramos lo que implica pagar viajes, estadías y sobre todo el tiempo de personas que siempre están ocupadas.
Pero las oportunidades de Dios son así. Tal como sucedió en tiempos de la Iglesia Primitiva, la conexión que había creado el Imperio Romano fue la autopista para extender la obra; hoy, esta pandemia nos ha dejado muchos sin sabores, pero también nos ha forzado a aprovechar la red de conectividad global. Así que en nuestro caso, la Academia se lanzó, alcanzando alumnos no solamente de Honduras. Las tres horas de clase que toman a diario los alumnos, las pueden tomar después de su actividad laboral, desde su computadora, cubriendo el pensum que fue diseñado y con los maestros que El Señor tenía preparados.
Si bien esta pandemia terminará, NO VEMOS cómo esta Academia abandonará las ventajas de la virtualidad. Porque es ideal para cubrir la parte académica, contando con la formación que necesitan los aspirantes a misiones, además cubriendo una demanda internacional. Y así enfocar la parte presencial en la práctica misionera y la conexión cíclica que requieren los alumnos, que pronto serán misioneros y luego maestros que inspiren a otros.
Es seguro que vendrán nuevos retos, pero en definitiva la pandemia ha sido esa gran oportunidad para AMAD-HN y en adelante un desafío para la educación ministerial.
Darío Alvarez
AMAD-HN